lunes, 29 de junio de 2009

soy una afortunada

Sería un bonito lienzo. Ya veía las zonas que tendría que precisar con mayor detalle y las que bastaría definir con unas rápidas pinceladas. Una estampa que para muchos quedaría en un mero paisaje de pueblo más, y para otros, en un cúmulo de recuerdos. Cuántas horas pasaría yo frente a aquella vista desde mi infancia hasta el final de mi adolescencia viendo cómo el sol se ocultaba en el horizonte, cómo las tonalidades del cielo iban variando tras los árboles, cómo la luz iba creando esa imagen de ensueño sobre las casas... mientras reflexionaba, mientras soñaba, mientras recordaba... me perdía entre mis pensamientos hasta que caía la noche y era hora de volver. Ahora estoy aquí de nuevo, muchos años después, ya no puedo sentarme en el tejado como entonces, está todo derruido y va a vencer en el momento menos esperado, pero me sostengo en lo alto de la escalera pese a las quejas de mi madre y contemplo de nuevo este momento mágico, este momento en el que te encuentras contigo misma en la naturaleza y en el tiempo, observando tus avances... y tus retrocesos... Me doy cuenta de lo súmamente afortunada que soy, por tener los amigos que tengo, por tener la familia que tengo. Me pierdo en este mar de paz donde el claro azul del cielo va dando paso a un violeta que no tardará en oscurecerse del todo, pero entre medias, cálidas pinceladas amarillas, naranjas y rojas acompañan al sol en su camino como la baba al caracol. Grillos. Pájaros. Suave brisa que acaricia mi cara, se cuela entre las hojas de los árboles y ronronea en mis oidos. Ladridos de los perros de las parcelas, parece que cada uno desde su casa mantuviese una conversación con sus vecinos. Las campanadas de la iglesia. Llega un momento en que todas las farolas se encienden a la vez y no tardan en aparecer luces en las ventallas de aquí y de allá. En fechas cercanas a las fiestas todo ello estaba acompañado por la música de la banda que ensayaba en cada caída de la noche con sus cornetas y tambores.
- Maríaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Ha anochecido y volvemos a casa. Bajo las escaleras con cuidado y cierto temor a que estas maderas podridas cedan. Me espera una familia en casa, y la típica cena de verano, en la portada, con la mesa camilla: embutido, fruta y jaleillo. Miro una vez más, en cinco días estaré en la playa con mis amigos ¿qué más se puede pedir? :)