"Le llega el sonido del dolor, se desplaza, repta, un animal de gran tamaño que no puede estar lejos. Intermitente, constante, prolongado. Tres tonos graves, un martilleo agudo y chirriante. Un pálpito eléctrico, mecánico y ausente, mecánico y ausente, mecánico y ausente. De un salto, trepa y le agarra la garganta, fundiéndose en el interior de su cuerpo. Desgarra el color del dolor y le desviste, desde el interior, atravesando el umbral de los motivos del llanto.
El dolor, un animal de gran tamaño que empieza a vivirnos.
Eres tú, dolor, sólo espera y escucha, escúchate a ti mismo. Eres insoportable, impenetrable, incansable. Eres el sonido más carnal, más humano.
Así, como si nada, le llega el sonido y basta el dolor para que el pecho arda, justo a la altura del corazón. Se desborda. Como si el dolor pudiera desbordar un corazón, como si nunca antes lo hubiera hecho.
Aturdido se despierta, la boca seca, los músculos cansados, el corazón desbocado hasta tal punto que no puede evitar agarrarse el pecho y gemir. El sonido del dolor se desplaza, repta hacia su madriguera. Se oye el eco de sus pisadas.
No consigue ubicarse. La sensación de desconcierto es tan grande que no encuentra la realidad para levantarse, sólo un vacío hueco le rodea. No encuentra su cuerpo. Ha sentido como el gemido del dolor le penetraba, le hacía suyo y ahora no siente, no mira, no huele.
Y fue sólo un sueño, con todo lo que conlleva soñar. Dice que fue como bailar con la muerte."
_Ana Luna Granados Prado_
El dolor, un animal de gran tamaño que empieza a vivirnos.
Eres tú, dolor, sólo espera y escucha, escúchate a ti mismo. Eres insoportable, impenetrable, incansable. Eres el sonido más carnal, más humano.
Así, como si nada, le llega el sonido y basta el dolor para que el pecho arda, justo a la altura del corazón. Se desborda. Como si el dolor pudiera desbordar un corazón, como si nunca antes lo hubiera hecho.
Aturdido se despierta, la boca seca, los músculos cansados, el corazón desbocado hasta tal punto que no puede evitar agarrarse el pecho y gemir. El sonido del dolor se desplaza, repta hacia su madriguera. Se oye el eco de sus pisadas.
No consigue ubicarse. La sensación de desconcierto es tan grande que no encuentra la realidad para levantarse, sólo un vacío hueco le rodea. No encuentra su cuerpo. Ha sentido como el gemido del dolor le penetraba, le hacía suyo y ahora no siente, no mira, no huele.
Y fue sólo un sueño, con todo lo que conlleva soñar. Dice que fue como bailar con la muerte."
_Ana Luna Granados Prado_
2 huellas:
Un texto muy bonito e intensamente descriptivo.
Por cierto, estupenda página la de EduAlter, no la conocía...
¡Saludos!
¿verdad que sí??
es BRILLANTE
Es de Ana Luna Granados Prado
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