martes, 22 de marzo de 2011

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Dicen que más del 80% de la población tiene problemas de concentración, y yo, cuando de porcentajes se trata, me entra descomposición, y es tal, que la vertical de la nariz se me sube separándome los ojos, para después girar cual llave del agua y quedarse mirando al noreste, ¡y no será por este! que viene desaliñado dándoselas de listo con los números, todo por el ábaco de coloridas piezas que le trajeron aquellas navidades, ¡cuánto agua sal-ía de cada pieza!, ¡cuánto..! gota a gota.. capturando en cada una un dolor que ardía sin evaporarlas, y en su lugar, las cristalizaba y afilaba para despues clavarlas, una a una, en el alma

Algunas noches, acurrucada en la cama, con un edredón que se cree protector caparazón de mi alma, le susurro bajito al niño del ábaco, para que se deje de números, para que se deje de llantos,
entonces me mira y se sonríe, y corre dos p'acá y uno p'allá, y entonces comprendo que no queda tiempo, que apenas dos gramos de granos quedan ya arriba, que se tambalea la estructura, que caen sin brillo y con prisa, que se creen s-alados y es sólo su sabor al posarse en mis labios


Todo esto sucede al mirar al noreste, que la nariz se te mete entre los ojos, y quiere hablar de porcentajes