Siente como poco a poco te absorbe el cuadro.
Siente el frescor del agua rebelde salpicándote rostro y manos.
Siente como el viento te despeina.
Siente el silencio absoluto roto únicamente por el baile del agua.
Siente como se llenan tus pulmones de ese aire puro con olor a sal.
Tus músculos se relajan, sientes una esponjosa tranquilidad que te mantiene en una calma soporífera donde te encuentras contigo mismo. Te escuchas. Te sientes. Y el agua sube, y el viento te despeina más todavía, y las olas gritan PUEDES! Y aunque seas un viajero que huye de lo que ama temiendo ser dañado, te enfrentas a ese hermoso paisaje desafiante en el que la naturaleza desata su pasión más salvaje, y amas ese paisaje, y estás frente a ese paisaje que amas, sin huir… pudiste, lo lograste.
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